"El oponente más poderoso está dentro de nosotros mismos"
Hidetaka Nishiyama.
Sensei Nishiyama ha definido en unas pocas palabras el proceso que
lleva de la práctica de un arte marcial particular – como el Karate-do –
al desarrollo personal que es el objetivo último del Budo. En su
opinión, el verdadero Karate implica la búsqueda del Ippon: un golpe
definitivo en el que se aplican todas las energías en un punto y una
oportunidad determinadas. Si los practicantes se dedican asiduamente a
ejercitar este espíritu de Ippon – es decir, si en cada uno de sus
ejercicios cotidianos y en cada uno de sus movimientos aplican este
espíritu de Ippon – se verán obligados a desarrollar permanentemente su
capacidad de concentración mental. Según Sensei Nishiyama, esta
creciente concentración mental crea un equilibrio emocional cuyo efecto
es el de descartar las ideas y pasiones negativas conservando sólo
aquello que es naturalmente positivo para la vida. Cuando a través de la
dedicación diaria la concentración puede sostenerse bajo cualquier
circunstancia, la alquimia de la que hablaba Sensei Nishiyama empieza a
surtir un efecto permanente; lo negativo queda atrás y lo positivo se
arraiga en nuestra persona como una actitud adquirida, una nueva
naturaleza. Si comprendemos esto y lo llevamos a la práctica, es posible
que a través de las artes marciales logremos mejorar nuestro estilo de
vida, marcado por un negativismo consuetudinario. Hemos sido educados
por mentalidades obsesivas que le conceden el mismo valor a cualquier
emoción, gentes que se regocijan en la mediocridad. Hemos confundido el
pensamiento con la preocupación y la responsabilidad con la compulsión.
Necesitamos una medicina para limpiarnos de nuestras enfermedades
culturales. El Budo nos ofrece una salida; ¿cuántos tendrán paciencia
para practicarla?